El problema con enamorarse es que uno se queda desnudo. Uno se queda ahí, como quien quedó empapada porque un cabrón pasó a toda velocidad sobre el charco mientras tú caminabas por la acera, vestido de blanco, para una entrevista. Enamorarse se siente un poco como la primera vez que dejas a tu hijo en la puerta de la escuela, lo entregas despacio, miras a la maestra como intentando leerle el alma y los antecedentes y luego te quedas ahí, viéndolos entrar a clase.
El problema con enamorarse y expresarlo es que uno le da el cuchillo al enemigo, le da la espalda y no tiene de otrar que confiar en que la apuñalada no llegará o que al menos no será mortal. Porque enamorarse con miedo no se puede, eso no sería amor, sería un remedo de sentimiento atrofiado y gris sin posibilidad alguna de volverse feliz.