Voy a escribir esto y quizás a muchas feministas no les guste: voy a criar princesas; y siendo maestra, eso se extiende a todas las niñas que pasen por mi sombra.
Voy a criar princesas porque toma muchos cojones ser mujer, ¿me entienden?
Mi abuela siempre me llamó «reina». Soy una lectora empedernida y nunca he leído de ninguna reina pusilánime, llorona, vanidosa e indefensa que haya pasado a la historia siendo apreciada. Al contrario, nos acordamos de Semiramis que cortó cabezas parejo con su esposo y Sherezade que usó el cerebro para conservar la cabeza.
Para mi las reinas son las que mandan, las que con una mirada hacen que todo pase o se detenga. ¿Alguna vez se han preguntado por qué la mayoría de cuentos de hadas llevan a una mujer de protagonista? Las mujeres somos las princesas o las brujas del cuento, todo se revuelve alrededor de nosotras, sin nosotras el universo no existe. El príncipe llega al final, pero no a salvar a la princesa, sino buscando algo que le dé validez como hombre. No es el príncipe quien salva, es la pricesa quien le da sentido a la lucha que llevan los hombres adentro.
Por mi parte, soy una princesa. Una princesa que creció sabiendo que se merece respeto, amor y buen trato. Una princesa que sabe cocinar, lavar, cambiar llantas y que sabe que su poder reside en lo que sabe y puede hacer por sí misma. Que causar lástima no da poder, sino que lo quita.
Ser princesa no tiene nada que ver con tiaras y vestidos con crinolina. Ser princesa es saber que las uñas bien pintadas son lindas, pero lo que importa es para qué usas las manos.
Y no, no creo que empezar a satanizar todo lo que se ha considerado femenino sea la forma de erradicar el machismo, más bien creo que lo reafirma.
Sí, puedes ser ingeniera y ponerte tacones. O puedes encontrar la cura contra el cáncer y hacerte la manicura cada semana. O puedes simplemente quedarte en casa cuidando a tus hijos y salir a la calle orgullosa porque tus niños saben lavar los platos. Puedes hacer todo eso sin renunciar al tutú rosa.
Voy a criar princesas que sepan que pueden seguir siendo mujeres y derribar paredes. Reinas que escojan las batallas y muevan la mano con displicencia cuando algo no está a su altura.
Y esta es la parte en que me van a odiar: por siglos las mujeres hemos criado y creado la sociedad. Somos nosotras las culpables de la perpetuación del machismo. Cada vez que decimos que el «patriarcado» nos oprime, le damos poder. ¿Recuerdan lo que dije de causar lástima?
Tal vez esta generación no tenga los beneficios, pero si seguimos trabajando por lo que sea que nos dé la gana de hacer sin escándalo, ellos ni siquiera sabrán cuando la sociedad haya cambiado.
Entonces, las princesas que hayamos criado serán las reinas.