De privilegios

Cada día tiene su propia inquietud, dice la Biblia. He llegado a entender esa frase bastante bien, sin embargo, y a pesar de las muchas vicisitudes que he vivido, hay inquietudes que nunca he sufrido. Entiéndase inquietudes como problemas.

Ahora que llevo casi 33 años en este infame planeta, me doy clara cuenta de los muchos privilegios de los que he disfrutado (y sigo disfrutando).

Para empezar, soy una mujer sin mayores defectos físicos y aceptablemente sana, o sea, no me falta ningún miembro, todos mis sentidos funcionan y no necesito cuidado médico más allá del chequeo anual justo y necesario. En ese sentido, también parezco tener todas mis facultades mentales, no he sido diagnosticada con ningún trastorno de aprendizaje y la ansiedad y depresión ocasional que me atacan no constituyen un impedimento para el desarrollo de mi vida, además, todos tenemos derecho a sentirnos un poco grises de vez en cuando, eso de la gente siempre feliz me parece una falacia digna de estudio.

Siguiendo con el asunto de ser mujer, me tocó la suerte de nacer en un país/familia donde las mujeres gozan de todos los derechos legales, hay machismo, pero en general no estamos oprimidas. . Por otro lado, mi viejo se alegró y se sigue alegrando de tener una hija, nadie pensó que era una pérdida de dinero enviarme a la escuela y de hecho me criaron igual que a mi hermano.

Dicho todo esto, ahora que soy una mujer hecha y derecha y que puedo ver más allá de mis narices, me doy cuenta de todo lo que he dado por sentado. Empezando por mi propia inteligencia y terminando por que nunca, nunca, nunca en mi vida me he despertado pensando qué voy a comer, ni me he ido a dormir con hambre. Siempre he tenido absolutamente todo lo que necesito e incluso más.  Tengo la dicha de levantarme todas las mañanas y tener a papá y mamá a quien darles los buenos días y hasta tengo un hermano con quien discutir de vez en cuando. Tengo primos y amigos y tíos y hasta  un sobrino postizo que parece que fuera propio.

Como la canción aquella:

«Tengo, tengo, tengo

y tú no tienes nada.

Tengo tres ovejitas

en una sola cabaña.»

Y ustedes, ¿qué tienen?

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