No sé hablar de la felicidad, pero eso no quiere decir que no la haya tenido
Julio Cortázar
Esa cita se ha convertido en algo muy real. Los últimos años han sido difíciles, y no hablo del virus aquel que anda destruyendo vidas y economías a diestra a siniestra. No, yo ando arrastrando la manta desde hace buen rato.
Para empezar, me tocó hacer paces con el hecho muy real de mi imposibilidad de tener hijos, que sí, que existe ayuda médica para eso, pero siendo completamente honesta, ya cumplí 36 y no me parece responsable embarcarme en ese lío a estas alturas de mi vida. Mejor me quedo con mi rol de tía consentidora y sanseacabó.
Lo otro, que me he quedado soltera, muy soltera. Y no sé si tenga ganas de cambiar eso a menos que me garanticen paz mental y ausencia de dramas innecesarios. Creo que eso también tiene que ver con la «vejez». No me niego a la posibilidad, pero tampoco la ando buscando.
A lo que vamos, pues. La pandemia me dejó con la cadera destrozada por la horas sin fin de teletrabajo en una silla incomodísima, diabetes, hipertensión (por ahí les echo ese cuento) y cero ganas de aguantarle tonterías a nadie. Si usted no tiene nada bueno que aportar, puede ir saliendo por donde vino.
Pero también hay que hablar de cosas buenas. En un ataque de locura decidí volver a la universidad por una segunda licenciatura, y por ahora no he muerto en el intento, hasta parece que me va bien; eso es chisme para otro post. Conseguí un grupo de amigas que se han constituido en algo así como mi diario personal (todas somos el diario de todas), ¿quién necesita terapia cuando tiene amigos que te dejan mostrar todo el rango de emociones que existe? También reconecté con gente que hacía rato había dejado olvidada y a quien nunca debí abandonar.
Y, finalmente, la cosa que me hace más feliz, que no necesariamente pasó durante la pandemia aunque hizo la cuarentena más soportable, es un par de perros traviesos y tercos que me hacen madrugar pero me lamen las penas cada días.
Les presento a «Los Peluditos». Ya van a cumplir 3 años y son lo mejor que existe.


P.D.: hace mucho que no escribo, déjenme al menos un mensajito para animarme.